El sentido de
pertenencia es una de las necesidades fundamentales más importantes del ser
humano. Necesitamos estar identificados con las metas comunes y una identidad
común, ser parte de algo mucho más grande que nosotros mismos. Así fuimos
creados porque Dios no quería formar una serie de individuos por todos lados
del planeta, Dios quería formar una familia.
Contrario a la
familia que Dios nos ofrece, el enemigo quiere crear en nosotros una atadura del
alma y controlar nuestro destino, a él no le interesa lo que nos ocurra; si
hacemos tratos con él, nos desechará cuando ya no le seamos de provecho. Es
fácil caer en esta trampa si no nos mantenemos vigilantes. Debemos mantener
nuestra lealtad a Dios y mantenernos vigilantes.
Jesús conoció de
primera mano la batalla del ser humano por ser leal a Dios; alguien de Su
círculo íntimo le traicionó. Los amigos más cercanos no pudieron velar con El
en el momento más crucial de su vida y ministerio, el Evangelio de Marcos
relata Su agonía y el dolor de ver a sus amigos durmiendo mientras todo estaba
en juego.
(Rom 8:15) Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor,
sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!(Rom 8:16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios.(Rom
8:17) Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente
con él, para que juntamente con él seamos
glorificados.
Nuestra relación
con Dios como Padre es establecida por este Espíritu. En nuestro país, el
espíritu de María interfiere en nuestra relación con Dios como Padre.
Cuando nos
sentimos alejados de Dios, es este Espíritu el que nos acerca nuevamente. Este
Espíritu es quien nos edifica y nos habilita para la labor del Reino. “Robustez
espiritual” fue la Palabra que el Señor me habló hoy en la madrugada. Que
buscáramos la robustez espiritual.
(Gal 4:6) Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu
de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (Gal 4:7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo;
y si hijo, también heredero de
Dios por medio de Cristo.
Es este el
Espíritu que nos une como familia. Sin esa unidad como familia, no podemos
poseer nuestra herencia, en los cielos pero también en la tierra. Dios no nos
ha dejado huérfanos y desvalidos, tenemos una herencia espiritual a la cual
acceder. La Iglesia en El Salvador debe estar unida si es que quiere reclamar
su herencia aquí hoy.
Sin el Espíritu
de adopción somos todavía esclavos del pecado, del temor y de la muerte.
(Gal 3:26) pues todos sois hijos de Dios por la fe en
Cristo Jesús; (Gal 3:27) porque todos
los que habéis sido bautizados en Cristo,
de Cristo estáis revestidos. (Gal 3:28)
Ya no hay judío ni griego; no hay
esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús.
(Gal 3:29) Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.
Es el Espíritu de
adopción el que hace posible que no haya divisiones en términos de género,
posición política o económica, raza o cualquier otra división humana. En
tiempos del Nuevo Testamento, las hijas recibían una porción mucho menor que
los hijos; cuando este texto habla de hijos (que evidentemente incluye a las
mujeres), precisamente garantiza una HERENCIA COMPLETA sin importar si se es
hombre o mujer.
(Gal 4:4) Pero cuando vino el cumplimiento del
tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, (Gal
4:5) para que redimiese a los que
estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos. (Gal 4:6) Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu
de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (Gal 4:7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo;
y si hijo, también heredero de
Dios por medio de Cristo.
Es solo a través
de Jesucristo que tenemos acceso al Espíritu de adopción. Es este Espíritu
quien nos liberta de la ley DEL PECADO Y DE LA MUERTE. Las maldiciones
generacionales y las ataduras se rompen por causa de este Espíritu. Solo
mediante el ministerio de este Espíritu es que somos capaces de experimentar a
Dios como nuestro Padre y sentir Su cercanía, Su cuidado y Su dirección para
nuestra vida. Solo así podemos orar con confianza el Padre Nuestro.
Es por este
Espíritu que sabemos que dios nunca nos va a abandonar, nunca nos dejará a
merced del enemigo…es el Espíritu que nos prepara como la Novia.
(Joh 14:18) No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. (Joh 14:19) Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
La operación de
este Espíritu es una gran amenaza contra el reino de satanás. Cuando la Novia
se alista, renuncia a su matrimonio con Baal y abraza al Espíritu de adopción,
las cosas comienzan a cambiar en el ámbito espiritual. Cuando la Novia esté
lista, Cristo vendrá, derrotará al enemigo y morará en medio de Sus santos. Por
eso satanás sabe que cuando el Espíritu de adopción comienza a obra, su tiempo
se ha acortado. Cuando un creyente recibe y acepta vivir por este Espíritu, las
obras de satanás en la vida de este creyente son destruidas por completo.
Contrataque del maligno
Cuando el enemigo
descubre que Dios ha enviado el Espíritu de Adopción sobre alguien o sobre un ministerio,
envía el espíritu de esclavitud y el espíritu de atadura. Este espíritu conduce
al temor y a la muerte. Estos dos espíritus tratan de bloquear al espíritu de
adopción.
(2Ti 1:7) Pues Dios no nos ha dado un espíritu de
temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio.
Ahora bien,
cuando el enemigo ha enviado al espíritu de esclavitud y atadura, muchos en el
Cuerpo de Cristo no se dan cuenta porque sus corazones se han apartado de Dios.
Esto es lo que dice el profeta Ezequiel:
(Eze 14:4) Habla con ellos y diles: 'Esto dice el Señor:
Todo israelita que se entregue al culto de los ídolos y ponga sus ojos en lo
que les hace pecar, y que venga luego a consultar al profeta, tendrá
de mi parte la respuesta que se merece por tener tantos ídolos. '(Eze
14:5) "Yo les tocaré el corazón a
todos los israelitas que se apartaron de mí por causa de sus ídolos.
Cuando las
personas están en este tipo de engaño, y en lugar de arrepentirse y dejar sus
caminos siguen adelante, Dios permite que las cosas salgan mal y entonces echan
la culpa a Dios. Comienzan, como Eva, a dudar de los buenos motivos de Dios.
Comienzan a pensar que Dios está reteniendo de ellos los mejores regalos. Al
tentarlos a dudar y desobedecer, como en el Edén, los separa de Dios y los ata
a sí mismo.
(1Sa 18:10) Al día siguiente, el espíritu maligno mandado
por Dios se apoderó de Saúl, y este se puso como loco dentro de su palacio.
David estaba tocando el arpa, como de costumbre, y Saúl tenía su lanza en la
mano. (1Sa 18:11) De pronto Saúl levantó
la lanza con la intención de clavar a David en la pared, pero David esquivó a
Saúl dos veces. (1Sa 18:12) Saúl tenía
miedo de David, porque el Señor ayudaba a David pero ya no lo ayudaba a él. (1Sa
18:13) Por eso lo retiró de su lado y lo
nombró comandante de un batallón, al frente del cual salía a campaña y volvía. (1Sa
18:14) y como el Señor lo ayudaba, David
tenía éxito en todo lo que hacía. (1Sa 18:15)
Por eso Saúl tenía miedo de él, al ver cómo prosperaba.
Debido a su
desobediencia consistente, el Señor apartó de Saúl Su favor y se lo dio a David.
En lugar de arrepentirse y humillarse delante de Dios, comenzó a echar sobre
otros la culpa. Saúl dejó que un espíritu de temor lo poseyera y por su falta
de carácter y los celos la tomó contra David. Fue este espíritu de temor que
abrió la puerta a otros espíritus, entre ellos el espíritu de Caín, de mentira,
de rebelión, hasta que estuvo totalmente atado por el espíritu de temor. Sin
embargo, el espíritu de adopción vino sobre David, no lo abandonó hasta que
cumplió su destino, David supo permanecer dentro de la unción del Espíritu de
Adopción.
Cada vez que
alguien cae presa del espíritu de temor, hay detrás una ofensa no resuelta. La
ofensa es el arma más poderosa que el enemigo tiene para producir deslealtad y
desobediencia en el pueblo del Señor.
(Luk 7:23) Bienaventurado es el que no toma ofensa
en mí.
La injusticia
contra alguien, si no se lidia con gratitud a Dios y confianza en Su cuidado de
nosotros, conlleva a celos; los celos conllevan a la ofensa, sentimos que nos
fue quitado algo. Si esto continúa, las emociones progresan a enojo,
deslealtad, miedo y rebelión. La gente termina yéndose de la iglesia o atacando
a aquellos que consideran fueron favorecidos con la injusticia. Caen bajo el
control del espíritu de esclavitud, temor y atadura.
Cuando las
personas pierden la confianza en sus autoridades o estructuras de soporte, las
personas se sienten abandonadas por su familia, amistades y comunidad y
finalmente, abandonadas por Dios.
Hay una necesidad
fundamental de ser aceptados, amados y ser favorecidos. Este espíritu te engaña
y termina llevándote a la esclavitud y al temor para luego robarse tus sueños,
tu destino y tu herencia en el Señor.
¿Qué tan
fácilmente puede operar este espíritu en usted? ¿Se ofende fácilmente?
¿Albergamos la ofensa para que avance a cosas mayores? ¿Permitimos que los
celos nublen nuestra relación con los demás? Cuando experimentamos estas cosas,
¿Sentimos que Dios se ha apartado de nosotros? ¿Nos vuelve a la esclavitud esta
clase de temor? Cuando se sienta abandonado o perdido en su destino, ore por el
Espíritu de Adopción. Este espíritu destruirá las obras del enemigo, todo lo
que trata de hacerle sentir abandonado.
Cuando se sienta
tentado a ser desleal, recuerde la lealtad de Jesús para con el Padre.
(Rom 8:14) Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Rom 8:15) Pues no recibisteis el espíritu de esclavitud
para estar otra vez bajo el temor, sino que recibisteis el espíritu de adopción como
hijos, en el cual clamamos: "¡Abba, Padre!" (Rom 8:16) El Espíritu mismo da testimonio juntamente
con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. (Rom 8:17) Y si somos hijos, también somos herederos:
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con
él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Es claro que para
que este Espíritu opere en nuestras vidas, debemos ser verdaderos discípulos de
Jesucristo. No hay atajos para esto. Si nos dejamos dirigir por las ofensas no
estamos siendo hijos de Dios. Sin el liderazgo del Espíritu Santo, la distancia
entre Dios y los hombres continuará creciendo.
La actitud de
hijo guiado por el Espíritu la evidencia Job:
(Job 13:15) Dios podría matarme, pero es mi única
esperanza;* voy a presentar mi caso ante él.
O en Hebreos:
(Heb 12:4) Porque aún no habéis resistido hasta la
sangre, combatiendo contra el pecado;(Heb
12:5) y habéis ya olvidado la
exhortación que como a hijos se os dirige,
diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; (Heb
12:6) Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por
hijo.(Heb 12:7) Si soportáis la
disciplina, Dios os trata como a
hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no
disciplina?(Heb 12:8) Pero si se os deja
sin disciplina, de la cual todos han
sido participantes, entonces sois
bastardos, y no hijos.(Heb 12:9) Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos
disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre
de los espíritus, y viviremos?
(Heb 12:10) Y aquéllos,
ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les
parecía, pero éste para lo que nos es
provechoso, para que participemos de su
santidad. (Heb 12:11) Es verdad que
ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a
los que en ella han sido ejercitados. (Heb 12:12) Por lo cual,
levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; (Heb 12:13) y haced sendas derechas para vuestros
pies, para que lo cojo no se salga del
camino, sino que sea sanado. (Heb
12:14) Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Someternos a Su
liderazgo, confiando en que El desea para nosotros solo lo mejor. ¿Pasaría
usted hoy la prueba de lealtad?
(Eph 1:3) Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, (Eph 1:4) según nos escogió en él antes de la fundación
del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, (Eph 1:5) en
amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad, (Eph 1:6) para alabanza de la
gloria de su gracia, con la cual nos
hizo aceptos en el Amado,
Esta es la
herencia a la que tenemos acceso en nuestra calidad de hijos por medio del
Espíritu de adopción. Recuerde, Dios no ha retenido ninguna cosa para su bien.
Nada! Confiese ahora mismo que Dios ha provisto de todo lo que usted necesita y
de toda bendición espiritual, nada ha retenido, todo lo ha dado para que usted
goce de ello.
Confiese Juan 14:
21 sobre su vida ahora mismo.
ORACION PARA
DESATAR EL ESPIRITU DE ADOPCION
Padre, en Tu
Nombre desato sobre mi vida y la vida de quienes me rodean, el Espíritu de
Adopción. Señor, hemos aprendido que toda bendición espiritual proviene de este
Espíritu. Por lo tanto, desatamos los Siente Espíritus de Dios sobre nuestras
vidas. Rompemos todo lo que estorba Su fluir en nuestras vidas. Lo atamos en el
Nombre de Jesús y decretamos que todo espíritu contrario sale fuera en el poderoso
nombre de Jesús. Que los Siete Espíritus fluyan en toda persona que ha abierto
su corazón y es dirigida a este fluir por el Espíritu Santo, en el nombre de
Jesús.
Desatamos los
Siete Espíritus en nuestra vida y declaramos con voz audible que te amamos
Padre, que te alabamos y que estamos totalmente comprometidos contigo y te
seremos leales. Te alabamos y te glorificamos. Os deleitamos en llamarte Padre,
y decimos, Padre bueno, desata el Fluir de Los Siete Espíritus en mi vida
ahora. Jesús prometió que el Espíritu Santo me conduciría a toda la verdad y
ahora mismo estoy activando esta verdad sobre mi vida. En el poder de los Siete
Espíritus, Señor, envíanos a desatarlos sobre aquellos a quienes nos has
llamado a ministrar. Levanto mis manos y con gratitud lo recibo hoy en el
nombre de Yeshua Ha Massiah.
(1Ti 4:1) Pero el Espíritu dice claramente que en los
postreros tiempos algunos apostatarán de la fe,
escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;
(Act 2:26) Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, Y aun mi carne descansará en esperanza; (Act
2:27) Porque no dejarás mi alma en el
Hades, Ni permitirás que tu Santo vea
corrupción.
(Neh 9:31) Mas por tus muchas misericordias no los
consumiste, ni los desamparaste; porque eres Dios clemente y misericordioso.
(Deu 4:31) porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará,
ni te destruirá, ni se olvidará
del pacto que les juró a tus padres.