martes, 8 de noviembre de 2016

La Soberanía de Dios


Venimos de la sorpresa en la que Dios declara lo que hará, seleccionar a Ciro como un libertador quien ha sido preparado por Dios mismo para rescatar a Su pueblo.

Esto parecía escandaloso para los Israelíes porque básicamente los estaba condenando a que, aún cuando salieran del cautiverio, seguirían bajo opresión porque el libertador no es un descendiente de David por lo que el reino aún  no sería restaurado. Esto resultaba totalmente chocante, sueños rotos, esperanza a media.

En esos pasajes entonces, pareciera notarse una disputa entre Su pueblo y Dios no tanto para resistir lo que estaba haciendo sino para preguntarse EL DERECHO DE DIOS DE HACERLO. Con la historia del Alfarero basicamente declara que Su Autoridad no puede ser cuestionada.

Un vistazo a las vasijas nos permite descubrir que TODAS LAS VASIJAS aunque son vasijas; no podemos comparar la obra de Dios en una persona con Su obra en otra, lo mismo con las naciones. Aún así, cada vasija tiene que subordinarse a la autoridad de Dios. La pregunta ¿Qué estás haciendo? cuestiona las intenciones del Alfarero, mientras que la pregunta ¿Por qué no tiene manos? cuestiona la habilidad de Dios para darle forma a la vasija.

Ahora podemos reconocer que la obra de Dios rompiendo el molde de Israel no era con malas intenciones sino mas bien con el propósito de crear un nuevo molde que incluiría a los gentiles dentro del pueblo del Señor a través de la obra de Yeshúa. Sabemos que el Israel de los ultimos tiempos emergería de la sumisión de los judíos y gentiles al Evangelio de Yeshúa (Hechos 15:13-18).

El desafío de Isaías era entonces hacer que el pueblo dejara la sumisión a la lógica humana (restauración del reino) e inculcar el espíritu de sumisión a los planes de Dios.

Si el Alfarero no puede ser cuestionado, un padre no debe ser cuestionado. Las dos figuras intentan persuadirnos a pensar que, a pesar de que Dios ha hecho un acercamiento de Su Persona y es muy tierno con nosotros, debemos aprender a no presumir sino que tomar el lugar de abajo en sumisión y obediencia absoluta. (Miqueas 6:8).

Los últimos versos establecen la soberanía de Dios como el Creador así como Aquel que ha llevado la historia cuidadosamente de modo que ha cumplido todo Su propósito.

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