lunes, 18 de agosto de 2014

Anatomía de un estado Fallido según el profeta Isaías



 Por lo general, un Estado fallido se caracteriza por un fracaso social, político, y económico, caracterizándose por tener un gobierno tan débil o ineficaz, que tiene poco control sobre vastas regiones de su territorio, no provee ni puede proveer servicios básicos, presenta altos niveles de corrupción y de criminalidad, refugiados y desplazados, así como una marcada degradación económica.

El ïndice de países fallidos describe a El Salvador en la posición 95, por encima de México y en la tabla de Alta preocupación. En esa tabla están reportados varios países de Sur América y Centro América (Guatemala y Nicaragua). También en esa categoría se encuentra Tailandia (el reporte es de 2013) y justo este año sufrió un golpe de Estado.

Sin lugar a dudas, muchos pasíses del mundo se encuentran en condiciones más deplorables pero nuestra preocupación es orar para que Dios detenga la tendencia. Como dijo el arzobispo católico, no se trata de buscar responsables, se trata de unirnos en oración para que Dios tenga misericordia de nosotros y termine con la corrupción, la pobreza, la criminalidad, los desplazamientos de personas que abandonan sus casas por la violencia o emigran a USA, etc.

 Ahora bien, ¿Qué dice Dios acerca de si El Salvador va camino a ser un estado fallido?

Nuestra lectura de esta semana es:

(Isa 19:1)  Profecía contra Egipto:  Miren al Señor:  Viene a Egipto montado
 en veloz nube.  Ante él tiemblan los ídolos de Egipto,  y los egipcios se llenan de terror.

(Isa 19:2)  "Voy a hacer que los egipcios  se dividan --dice--  y peleen unos contra otros:
 amigo contra amigo, ciudad contra ciudad,  reino contra reino.

(Isa 19:3)  Les haré perder la cabeza,  haré fracasar sus planes.  Entonces consultarán a los ídolos
 y a los brujos,  a los espíritus de los muertos  y a los adivinos.

(Isa 19:4)  Pero yo pondré a Egipto  en poder de un amo duro;  un rey cruel va a gobernarlo."
 Lo afirma el Señor todopoderoso.

Aunque habla de Egipto, el contexto es muy similar a lo que sucede hoy día en nuestro país. De hecho, me parece que describe la caída de un Estado a causa del pecado.
En el contexto histórico, Israel estaba buscando alianza con Egipto (su archienemigo) para vencer a la otra opción mundial disponible, Asiria. Dios les había advertido en contra de formar alianzas y de cómo si confiaban en el señor, El, que es el Dios de Israel, los defendería. Sin embargo, los gobernantes de Israel deciden no obedecer a Dios y hacen alianza  acosta de ser saqueados por Egipto. En profecías pasadas vimos como los alimentos y los tesoros de Israel eran llevados  a Egipto a costa de que escacearan los alimentos y recursos en la propia nación del Señor. En est aprofecía, Dios les está diciendo que ha sido en vano su alianza porque El está a punto de destruir a Egipto.


Lo primero que notamos es que si un estado está camino a ser estado fallido, de acuerdo a Isaías, la causa es Dios mismo! En otras palabras, nuestras malas decisiones como gobernantes y ciudadanos, nuestro pecado, hace que Dios se disponga a ajustar la soga para ver si como nación nos convertimos a El. En otras palabras, los problemas sociales y económicos tienen un origen espiritual y no hacemos nada esperando que sean los políticos o los gobernantes quienes los van a resolver. La única manera de resolverlos es "enfrentando al Señor" (que maravillosa manera de llamar a los intercesores).

En los versos se describe como se establece una marcada división de clases que conlleva a la pérdida de la nacionalidad; cualquiera vende al país por unos dólares más. La misma población deja de estar orgullosa de ser salvadoreña. Recuerdo la noticia sobre los jugadores de fútbol que "se vendieron"; no comprendía porque le había dolido tanto a la población hasta que ahora comprendo que era lo único salvadoreño y el único orgullo salvadoreño que les quedaba! Según los versos leídos, aunque los gobernantes traten de hacer las cosas, NADA LES SALE BIEN. Esto por supuesto causa descontento en la población y va minando la esperanza de que las cosas mejoren.

El segundo paso es que hay un declive de los estándares y las convicciones (fe). Este declive ocasiona que muchos busquen la mentira en lugar de la verdad y por eso surgen iglesias que se acomodan a sus propios oídos, a lo que las personas desean escuchar. Surgimiento de líderes religiosos que engañan al pueblo y dejan de ser Cristocéntricos con el fin de atraer a las multitudes.

En el verso dos queda claro que es la mano de Diso la que está ocasionando este colapso. Ahora se levanta persona contra persona, nación contra nación, ciudad contra ciudad, colonia contra colonia... entonces, el espíritu dentro de las personas queda devastado, el corazón se desmoraliza porque la mano de Dios frustra todo lo que se proponen hacer con el find e traer la recuperación del país. Los proyectos se comienzan pero desaparecerán como si nunca hubieran existido.

Vemos como los cultos crecen y aumenta la confianza en los muertos (Isa 8:19). Ultimamente hemos visto como las sectas proliferan y las personas consultan brujos y practican la hechicería.

El último paso es que el gobierno es sustituído por un gobierno dictatorial que trae mas opresión sobre el pueblo. En los países que han estado en emergencia porque han sido estado fallido, este ha sido el siguiente paso. En los últimos años hemos sido testigos de muchos países que han sufrido golpes de estado y muchos de ellos aún no logran estabilizarse.

Creo que estamos en un momento propicio para que las voces proféticas se levanten y anuncien este mensaje con el fin de que TODOS LOS SALVADOREÑOS NOS CONVIRTAMOS A DIOS. No podremos salir de este caos, es mas, se intensificará si cada uno de los salvadoreños no nos volvemos a Diso de todo corazón y dejamos de cometer pecados que nos asustan a aún a nosotros mismos porque no podemos creer que en nuestras propias colonias sucedan cosas como las que actualmente están sucediendo en nuestro país. Oremos como Daniel en el capítulo 9, arrepintiéndonos de nuestros pecados y clamando la misericordia de Dios, Dn 9:13-15.

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